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Felicidades
por el logro que se concretó el pasado viernes 1 de junio: la “…tienda
de venta y exhibición de “Arte Popular Mexicano”, en la que los creadores
del pueblo tendrán la oportunidad de poder exhibir y vender sus
propias creaciones.”
Es
sin duda uno de los logros de los “proyectos” anunciados por Efrén González,
sin embargo parece más un logro de Efrén que del Centro Cultural Ajijic como
institución que se jacte de ostentar su genuina vocación.
Es
una acción plausible, admirable casi loable sin embargo alejada de los
verdaderos fines de un centro cultural.
Precisamente
en momentos como el que estamos viviendo en que el concepto de gestión cultural
toma fuerza día con día y las críticas a los servidores públicos faltos de
competencias y capacidades se intensifican, es necesario revalorar, en todo
caso revisar y reflexionar acerca de la vocación de un centro cultural.
Comenta
González que este punto de comercialización es para apoyar en la economía a los
artistas y artesanos de la comunidad “Es
una tienda con un objetivo muy claro, poder dar un beneficio directo a la
gente creativa de nuestra sociedad. La intención es que los artistas del
nuestra localidad puedan traer su trabajo para vender a los habitantes” [sic],
lamentablemente el apoyo a la economía, creo, no está dentro de las funciones
de una institución como el CCA, ese rubro le correspondería a la dirección de
promoción económica.
La
vocación de un centro cultural es sin duda, la difusión, la promoción y el
fomento de la cultura y las bellas artes y acciones que tengan un impacto
significativo en estos objetivos han sido pocas o nulas en los cuatro meses que
González tiene como director en esta institución. Hace falta la promoción de la
lectura, presentaciones de libros y poemarios, puestas en escena, recitales de
música, presentaciones de teatro de títeres, conciertos para los jóvenes,
presentaciones de danza, investigación y en su caso rescate de las culturas
populares en verdadera vía de extinción, promoción de cine y video, exposiciones
de plástica educativas y no solo con fines comerciales, entre otra cosas.
El
CCA adolece de otras varias faltas y la más notable es que no ha logrado su
estatus como institución. El ejemplo más trascendente es que no logra
posicionar su nombre o no tiene un nombre institucional. Es nombrado Centro
Cultural Ajijic, Centro Cultural Axixic, Casa de la Cultura de de Ajijic, CCA o solamente Casa de la Cultura y, en el peor
de los casos para una institución mexicana, es nombrada sin decoro Ajijic Cultural Center con lo cual en
lugar de fortalecer la identidad de la institución misma y de la de los
ciudadanos, que es uno de los objetivos de cualquier institución cultural,
ahonda más en la pérdida o confusión de la identidad.
El
problema, sin duda, radica en la falta de un concepto institucional y de la
ausencia de políticas culturales encaminadas a reglamentar las funciones, los
objetivos, la misión, la visión los valores y la vocación de un centro de tal
magnitud.
Lo
he escrito otras veces, nuestras instituciones culturales municipales requieren
de un gran esfuerzo, de contar con personas capacitadas y competentes el frente
de estas, acorde a la magnitud del ámbito cultural que se ha desarrollado en nuestra
comunidad, gracias al trabajo de muchos activistas culturales independientes, de
no ser así el caso, estamos condenados a repetir los errores ya cometidos y
continuar en un estancamiento de las mismas que solo servirán para entretener
por medio de espectáculos ramplones y facilones de nivel de festival de
secundaria en lugar de favorecer el desarrollo cultural que impacte e incida de
manera significativa en el apoyo en el área turística y lo más importante, en
la formación y educación de los ciudadanos de la comunidad.
Se
queda, pues, debiendo en resultados hasta el momento, espero que en estos
próximos días sorprenda con verdaderos cambios en las políticas y actividades
del CCA, y no vaya a presentar como gran “logro” el cambio físico en las
instalaciones que en nada ayuda al desarrollo cultural, que se encuentra en el
mismo lugar desde hace ya varios años en nuestra comunidad.
Como
conclusión diré que, no hay duda, quien funge ahora como director es un
excelente procurador de fondos o gestor financiero sin embargo la labor de un
centro cultural no se limita a eso.