Crónica del evento de
Berónica Palacios Rojas
Llegamos a Chapala, Alan Sánchez "Jaranero" por gusto y amor a la música, orginario de Culiacán, Sinaloa quien me ayudaría a convencer a la concurrencia de que la palabra escrita debe ser valorada, de que nuestra historia ancestral es baluarte, conjura y convoca a los espectadores al sonido de caracoles, a la historia de nuestras raíces.
A este joven lo conocí dos noches anteriores en una pulquería, y le hice extensiva la invitación -Vamos a conocer un pueblo mágico, y de paso a la presentación, ¿cómo ves?- El chavo sin más, ni más accedió gustoso.
Llegando fuimos a ver el lago y, a "medioplanear" el show que haríamos para la presentación. Se iban a reunir un grupo de gente, bien gente, amigos entrañables entre los cuales puedo mencionar Sofía Márquez, Héctor del Muro, Enriqueta Ochoa, Arturo García, la invitación circuló por todo el lindo pueblo de Ajijic para que un grupo de personas intentáramos lo inasible: acercarse al lector indómito y mostrarle los textos que son de nuestros indígenas, de nuestro México.
Llegamos a Chapala porque sabía que cerca de ahí, el 18 de agosto a las seis de la tarde se había organizado la primera presentación de
El evento fue en el Centro Cultural de Ajijic realizado por un esfuerzo del Colectivo LAGOGRIS y gente bella como Enriqueta Ochoa, Enrique y "El Lobo" bajista y motor principal de la banda Charales-k, de San Nicolás de Ibarra que fue quien inauguró dicho evento y eso, vale la pena registrar y apoyar.
Me instalé como pude, con varias maletas con artesanía, frituras, refrescos, pulque, ron, y los ingredientes necesarios para hacer el "agua loca", (¿mujer precavida vale por dos no?) alcancé a los organizadores media hora antes del evento. Reconozco que soy novata, que no me asiste mucho las cuestiones de teatro, pero sin embargo, yo quería que fuera una presentación diferente, que pudiera atrapar a los espectadores a través del atuendo y que de esta manera, ellos no se fueran vacíos sino que pudieran captar una pequeña esencia de la revista.
Me recibió con cariño y respeto (como siempre) el organizador Beto Rock, hombre que alberga una inmensa ternura en lo profundo de su mirada, bien por Sofía Márquez que a la distancia veo como excelente organizadora y mejor orquestadora de talantes como suele acaecer en todo lo que se haga en forma como equipo. El evento fue todo un éxito.
El buen "Lobo" abrió dando la bienvenida musical, con varias canciones, algunas propias.
Después seguí yo, pinté mi cara como mimo, y hablé de la revista. Las preguntas fueron hechas por Alan que con su acento norteño se hacía amena, como plática. Después de leer el poema de un hombre desnudo, de Kattia Chico, Puerto Riqueña, el poema de Lina Zerón y un poema en lengua y traducido de Natalio Hernández, siguió la participación estupenda de Enriqueta Ochoa, con su voz dulce, segura, excepcionalmente hermosa. Conocí al encargado del Centro Cultural y salimos felices del recinto.
Como huelga reseñar lo común, quisiera atenerme a las orillas. El verdadero evento "off the tables", fue en el segundo piso del "Tempisque" con Alejandro Navarro “El Lobo”, Enriqueta Ochoa, con la guitarra y sus cantores. Alan Sánchez, con su jarana y ya después se incorporó Juanito Prado con su quena.
No estoy eludiendo la realidad. Reseño que existen otras lecturas del mundo, que a veces se convierten en vivencias, bailar, tocar, emborracharse y disfrutar de la poesía y que ésta tiene algo que decir.
Un Tempisque encabronadamente amigable, fue una propuesta de llevar a la gente, que sí es gente, el entorno cotidiano de un poeta, un difusor de la cultura, una persona comprometida con la vida CULTURAL.
Uno a veces amanece escéptico, diciéndose: ¿agradecerán los míos que sea un iluso que cree en el arte, que cree en lo gente del ser gente, o debiera ya acogerme de hombros y decir: nadie es profeta en su propia tierra o quizá tópicos más pragmáticos y dejar el sueño para luego, en acometiendo empresas más productivas como el patrimonio familiar, la amenaza de consumir lo extranjero, lo de otros lares, lo de otras tierras, Ajijic dijo no.
La propuesta de la mariposa ganó, como luego pasa.
Gracias Ajijic por el acometido, por la fraternidad con que abrazaron nuestras alas. Y cada quien nos llevamos el remanente, el regalo: los poemas escuchados, el romance a un México con gran riqueza, el encuentro emotivo y cálido de un abrazo sincero, las revistas, los vasos de agua loca, y sobre todo: los poemas encontrados a pie de página. Yo, ya incorporé a mi vida los recuerdos de bailar al lado de una niña hermosa, las ayudas que no son sólo de palmada en el hombro y “échele ganas” que me ofrecieron Sofi, Beto, Héctor y el buen Javier Raygoza.
No estoy inventando nada ni me volví simple... Siempre lo he sido yo, beropa.