jueves, junio 06, 2013

Felicidades a Efrén González por la tienda en el CCA.


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Felicidades por el logro que se concretó el pasado viernes 1 de junio: la “…tienda de venta y exhibición de “Arte Popular Mexicano”, en la que los creadores del pueblo tendrán la oportunidad de poder exhibir y  vender sus  propias creaciones.”

Es sin duda uno de los logros de los “proyectos” anunciados por Efrén González, sin embargo parece más un logro de Efrén que del Centro Cultural Ajijic como institución que se jacte de ostentar su genuina vocación.

Es una acción plausible, admirable casi loable sin embargo alejada de los verdaderos fines de un centro cultural.

Precisamente en momentos como el que estamos viviendo en que el concepto de gestión cultural toma fuerza día con día y las críticas a los servidores públicos faltos de competencias y capacidades se intensifican, es necesario revalorar, en todo caso revisar y reflexionar acerca de la vocación de un centro cultural.

Comenta González que este punto de comercialización es para apoyar en la economía a los artistas y artesanos de la comunidad  “Es una tienda con un objetivo muy claro, poder dar un beneficio directo a la gente creativa de nuestra sociedad. La intención es que los artistas del nuestra localidad puedan traer su trabajo para vender a los habitantes” [sic], lamentablemente el apoyo a la economía, creo, no está dentro de las funciones de una institución como el CCA, ese rubro le correspondería a la dirección de promoción económica.

La vocación de un centro cultural es sin duda, la difusión, la promoción y el fomento de la cultura y las bellas artes y acciones que tengan un impacto significativo en estos objetivos han sido pocas o nulas en los cuatro meses que González tiene como director en esta institución. Hace falta la promoción de la lectura, presentaciones de libros y poemarios, puestas en escena, recitales de música, presentaciones de teatro de títeres, conciertos para los jóvenes, presentaciones de danza, investigación y en su caso rescate de las culturas populares en verdadera vía de extinción, promoción de cine y video, exposiciones de plástica educativas y no solo con fines comerciales, entre otra cosas.

El CCA adolece de otras varias faltas y la más notable es que no ha logrado su estatus como institución. El ejemplo más trascendente es que no logra posicionar su nombre o no tiene un nombre institucional. Es nombrado Centro Cultural Ajijic, Centro Cultural Axixic, Casa de la Cultura de de Ajijic, CCA  o solamente Casa de la Cultura y, en el peor de los casos para una institución mexicana, es nombrada sin decoro Ajijic Cultural Center con lo cual en lugar de fortalecer la identidad de la institución misma y de la de los ciudadanos, que es uno de los objetivos de cualquier institución cultural, ahonda más en la pérdida o confusión de la identidad.

El problema, sin duda, radica en la falta de un concepto institucional y de la ausencia de políticas culturales encaminadas a reglamentar las funciones, los objetivos, la misión, la visión los valores y la vocación de un centro de tal magnitud.

Lo he escrito otras veces, nuestras instituciones culturales municipales requieren de un gran esfuerzo, de contar con personas capacitadas y competentes el frente de estas, acorde a la magnitud del ámbito cultural que se ha desarrollado en nuestra comunidad, gracias al trabajo de muchos activistas culturales independientes, de no ser así el caso, estamos condenados a repetir los errores ya cometidos y continuar en un estancamiento de las mismas que solo servirán para entretener por medio de espectáculos ramplones y facilones de nivel de festival de secundaria en lugar de favorecer el desarrollo cultural que impacte e incida de manera significativa en el apoyo en el área turística y lo más importante, en la formación y educación de los ciudadanos de la comunidad.

Se queda, pues, debiendo en resultados hasta el momento, espero que en estos próximos días sorprenda con verdaderos cambios en las políticas y actividades del CCA, y no vaya a presentar como gran “logro” el cambio físico en las instalaciones que en nada ayuda al desarrollo cultural, que se encuentra en el mismo lugar desde hace ya varios años en nuestra comunidad.

Como conclusión diré que, no hay duda, quien funge ahora como director es un excelente procurador de fondos o gestor financiero sin embargo la labor de un centro cultural  no se limita a eso.

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